
Si hay algo que une a los amantes del buen comer es la pasión por una buena carne. Ya sea a la parrilla, al horno o en un guiso lento, cada corte tiene su personalidad… y su vino ideal.
Los cortes clásicos del vacuno, como el lomo vetado, la entraña o el asado de tira, tienen grasa y sabor. Ahí entra en escena el Cabernet Sauvignon: con su potencia, sus taninos firmes y notas a frutos negros y especias, es el compañero natural de una carne bien jugosa.
Para cortes más magros como el filete o el lomo liso, el Merlot se lleva los aplausos. Más amable en boca, con fruta madura y taninos más suaves, acompaña sin robar protagonismo. ¿Cordero o carnes de caza? Un Syrah chileno, con toques de pimienta negra, aceituna y mora, aporta la intensidad necesaria para platos de sabor más salvaje.
Una recomendación útil: si el plato lleva salsas intensas (como reducción de vino tinto, champiñones o pimienta), considera el maridaje con base en la salsa más que en la carne. El vino debe complementar todos los elementos del plato, no solo la proteína.




Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!